El Plebeyo, Felipe Pinglo Alva, por las Guitarras Peruanas, Himno Nacional de la Música criolla peruana

Felipe Pinglo Alva el mejor compositor peruano de música criolla de todos los tiempos dejó para la posteridad su inmortal creación El Plebeyo que es el Himno Nacional de la Música criolla peruana. Aquí nos damos el lujo de contar con extraordinarios guitarristas como son: Rafael Amaranto, Pepe Torres, Coco Linares, Adolfo Zelada, Yuri Juarez y Ernesto Hermoza quienes cada uno en su particular estilo realzan esta extraordinaria composición. Honor al mérito y Feliz día de la canción criolla peruana señores!!!!!
Letra de EL PLEBEYO: 
Letra y Música: Felipe Pinglo 
La noche cubre, ya, con su negro crespón,
de la ciudad, las calles, que cruza la gente
con pausada acción.
La luz, artificial, con débil proyección,
cobija la penumbra que esconde en sus sombras
venganza y traición.
Después de laborar, vuelve a su humilde hogar,
Luis Enrique, el plebeyo, el hijo del pueblo,
el hombre que supo amar.
Y que sufriendo va, esa infamante ley,
de amar a una aristócrata,
siendo un plebeyo él.
Trémulo de emoción, 
dice así, en su canción.
El amor, siendo humano
tiene algo de divino,
amar no es un delito
porque hasta Dios amó.
Y si el cariño es puro
y el deseo es sincero,
por qué robarme quieren
la fe del corazón.
Mi sangre, aunque plebeya
también tiñe de rojo,
el alma en que se anida
mi incomparable amor.
Ella es de noble cuna
y yo humilde plebeyo,
no es distinta la sangre
ni es otro el corazón.
Señor, por qué los seres
no son de igual valor.
Así, en duelo mortal,
abolengo y pasión,
en silenciosa lucha,
condenarnos quieren
a grande dolor.
Al ver que un querer,
porque plebeyo es,
delinque si pretende
la enguantada mano
de fina mujer.
El corazón que ve
destruido su ideal,
reacciona en franca rebeldía
que cambia su humilde faz.
Y el plebeyo de ayer,
es el rebelde de hoy,
que, por doquier, pregona
la igualdad en el amor.
Trémulo de emoción, etc.

FELIPE PINGLO PROHIBIDO: 
Por Silvio Rendon - Publicado el 07-10-2010 
Felipe Pinglo, el compositor de los pobres. 
Felipe Pinglo era el compositor de los pobres. En una sociedad que discriminaba al pobre y donde era notoria la diferencia entre ricos y pobres, Pinglo se rebeló contra aquello. Por ello, durante el gobierno de Oscar R. Benavides, las radioemisoras tenían la orden de no emitir sus canciones. Resulta inexplicable, en estos tiempos, el saber que la canción inmortal de Pinglo fue prohibida por una sociedad y gobierno discriminatorio y prejuicioso… (…) Con “Luis Enrique, elPlebeyo”, Pinglo trató de romper las tradiciones y mitos aristocráticos del Perú de antaño.

Felipe Pinglo Alva, el inmortal bardo criollo 
Dario Mejia, Melbourne, Australia 
El mismo Darío Mejía explica con más detalle el veto a Pinglo, y a otros compositores, en 
´El día que vetaron “El Plebeyo” 
(…) 
El Perú estaba bajo la dictadura de Oscar R. Benavides quien no sólo perseguía a Haya de La Torre sino a todo lo que era o parezca aprista. Un día de aquel año de 1939 llegó a las radiodifusoras de Lima el mandato de “Orden, Paz y Trabajo” mediante el cual no sólo se atentaba contra compositores peruanos sino que también se pretendió acallar la voz de la canción criolla. 
El músico Enrique Pozo Zegarra trabajaba en ese tiempo en la radio Goycochea y a sus manos llegó la circular de la dirección de radio donde se comunicaba a todas las emisoras de Lima que quedaba prohibida la transmisión de diez canciones criollas, bajo amenaza de fuerte multa a la radio y suspensión indefinida a cantantes de ambos sexos. 
Según cuenta Pozo Zegarra en un artículo publicado en el diario “La Tribuna” de Piura, el 30 de abril de 1948, y, posteriormente, en un libro pequeño editado en Lima en 1984, “Agravio no reparado a la memoria del inmortal ¡Bardo!”, entre las canciones prohibidas estaban: El Plebeyo, La oración del labriego, Mendicidad, El canillita, El huerto de mi amada, El tísico, Droga divina, El expósito y Fin de bohemio. Pozo Zegarra se acordaba del nombre de nueve canciones solamente, la décima canción era “Pobre obrerita” de Pinglo. También él se confunde llamando “Droga divina” a “Sueños de opio” de Pinglo. 
Los compositores a quienes sus canciones vetaron fueron tres: Luis Molina (El tísico), Pedro Espinel (El expósito y Fin de bohemio) y Felipe Pinglo (El Plebeyo, La oración del labriego, Mendicidad, El canillita, El huerto de mi amada, Sueños de opio y Pobre obrerita). 
Según se ha contado, el gobierno dictatorial de entonces pensaba que Víctor Raúl Haya de La Torre era el autor de “El Plebeyo” y las otras canciones que fueron prohibidas, de allí que las quisieron acallar. Poco tiempo después Benavides dejaría el poder y aquel mandato mediante el cual se pretendió silenciar a la canción criolla terminó en el tacho de basura. 
Era la época dictatorial, no sólo en el Perú, sino en la región. El tango “Cambalache” fue prohibido por todas las dictaduras argentinas a partir de la de 1943, verlo 
Hoy sus composiciones no están prohibidas, pero sí algo olvidadas, algunas, como “El Plebeyo”, cantándose con letras incompletas. Se va perdiendo. 
Van aquí los valses de Pinglo prohibidos por la dictadura de Benavides:

“Pobre obrerita”:
Sumergida en sus sueños de pobreza
su casita es un palacio, la máquina es su pasión
y cuando alguien le promete mil grandezas
responde que con su SINGER tiene
en el banco un millón.

“El canillita”:
Si muchos de nosotros auscultar pudiéramos
la verdad cruel y triste de este diario luchar
viviendo en un instante de mortal desengaño,
compráramos los diarios para otorgarle el pan.
La más conocida de sus canciones, “El plebeyo”, incluye un verso usualmente omitido:
El corazón que ve destruído su idea
reacciona y se levanta en franca rebeldía,
que esconde en su humilde faz.
y el plebeyo de ayer es el rebelde de hoy,
que por doquier pregona la igualdad en el amor.
que sí se puede escuchar en esta interpretación de “Los Embajadores Criollos”:
“Sueños de opio”:
Droga divina, bálsamo eterno
opio y ensueño dan vida al ser;
aspiro el humo que da grandezas
y cuando sueño, vuelvo a nacer

Letra completa
“El huerto de mi amada”:
Quien quiera con el alma el corazon no mande
quien busque amores buenos que dejen de soñar,
el corazon y el alma son dos fuerzas humanas
que emprenden una senda para no regresar.
Sus afectos son leyes que gobiernan y mandan
labrando asi la dicha como tambien el mal
y reciben y cumplen las voces del destino
que tan pronto nos rie o nos hace llorar.

“Mendicidad”:
Mendigo sin nombre tu tragedia afrenta
a este mundo vano, artero y falaz.
Tú, con tus miserias y con tus harapos
vales más que el oro que el mundo nos da.

“La Oracion del Labriego”:
Señor, tú que has creado, las aguas de los ríos,
y a los prados permites, el verdor que se ve;
no niegues al labriego, el divino rocío,
que con cada caída, alegra nuestro ser.
La campiña que luce, hermosos atributos,
por tí florece siempre, cual ameno vergel;
pero si tú nos niegas, agua, Sol y rocío,
morirán los labriegos, de inanición y sed.
El veto a Pinglo no fue sólo por los temas sociales, su opción preferencial por los pobres y su desapego al dinero y al poder, sino por disfrutar y exaltar los efectos del opio. (Con los tiempos anti-narcóticos que corren ahora, quién sabe vuelvan a prohibir “Sueños de opio”, o le cambien la letra, haciéndole exaltar la gastronomía peruana.) 
Epílogo. Los vientos llegaron a cambiar. Después de la prohibición de Oscar Benavides, su sucesor, Manuel Prado decreta en 1944 el “dia de la canción criolla”: en afán de figuración y populismo, promulgó la ley en el mismo balcón del Centro Musical “Carlos Saco” – -bastión del criollismo y muy popular en aquella época- despertando agrios comentarios de sus opositores. Sin embargo,esas críticas fueron atenuadas por la alegría y el orgullo de tener un día especial, señalado con tinta roja, no en el almanaque de papel sino en la mente y los corazones de los cultores y amantes de la música criolla. Se había pasado de la prohibición al reconocimiento, con un día especial y todo, el 31 de octubre. No es que la oligarquía, calificada a veces de “criolla”, se identificara con la canción criolla. La prohibió y luego la reconoció de forma populachera. 
¿Y trajo este reconocimiento un cierto olvido de las canciones sociales de Pinglo y otros compositores? Manuel Acosta Ojeda en esta entrevista de hace cinco años nos responde a esta pregunta: 
– La figura de Felipe Pinglo Alva, en la actualidad podríamos decir que ha calado espacios importantes dentro del criollismo. 
MA. Felipe Pinglo es un caso excepcional dentro del cancionero Peruano, fue el único limeño que por 1930 hace un vals que se llama Linda serranita, cuando por esa época ser serrano en Lima era algo así como tener sida o estar con lepra, no, ó sea es un hombre interesantísimo al que por supuesto se ha procurado y se procura ocultar mediante la reexaltación de otras figuras que canten cosas muy lindas, pero jamás a los pobres como cantó Pinglo. 
Salvo entre los cultores de la música criolla, hay un gran desconocimiento de la obra de Felipe Pinglo. 
PS. Y si antaño Felipo Pinglo tuvo que enfrentar la prohibición, hogaño le cae la tergiversación. Común denominador es que igual lo dejan fuera de la ley. 
En este video producido por la Universidad de Lima: Entre Vivos y Plebeyos, se le atribuye a Felipe Pinglo el principio de “ser vivo”, la pendejada, el ventajismo. Injusta atribución. 
En una parte una voz en off que narra el video afirma “no escuchan a Felipe Pinglo, pero actúan bajo ese principio: el ser vivos”. 
Y el video concluye con el narrador diciendo. 
Esta canción es “El Plebeyo”, uno de los valses más conocidos de Felipe Pinglo” 
Se escucha cantado “Señor, por qué los seres no son de igual valor”. Y la voz en off (que es el locutor y actor Carlos Carlín) con toda ironía responde “Claro que lo son”. Y continúa la canción (es la versión de “Los Embajadores Criollos”) con “Y así en duelo mortal, abolengo y traición…”. 
A. Sebastián Salazar Bondy tendría elaboraciones sobre lel criollismo como “viveza”, falta de escrúpulos, etc. 
Según Sebastián Salazar Bondy, ilustre escritor, en nuestro país el criollismo es aún más. Es también ‘viveza criolla’, una cierta mezcla de falta de escrúpulos y de cinismo, es el político que cambia de bando según le convenga, el bodeguero que engaña al pesar mercadería con su balanza, el alumno que copia, en fin, según este concepto todo el que obtiene algo que está prohibido o que utiliza argucias y a veces hasta la vía ilícita para obtener lo que quiere. Según este concepto de ‘viveza criolla’, los ‘vivos’ merecen ser perdonados por su picardía y los otros, los que proceden de acuerdo a su conciencia y a las normas, son unos tontos. 
Pero el autor, José Leturia, continúa: 
Por supuesto esto es un gran error, como lo demuestran las consecuencias de esa conducta. Más bien, el criollismo debe ser sinónimo de bonhomía fraterna, confiada entrega, ayuda sin condiciones y lealtad a toda prueba, como se expresa en ese término popular cuando llamamos ‘hermano’ a personas con las que no tenemos un vínculo familiar o parentesco, pero les brindamos nuestra amistad. 
Y mayor error e injusticia es atribuirle a Felipe Pinglo ser el impulsor de una conducta inescrupulosa.

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