LA COMPARSA
ERNESTO LECUONA
BEBO Y CHUCHO VALDEZ
Aqui un caso sin equanom en el mundo. Quizas los dos mejores pianistas cubanos de todos los tiempos padre e hijo se reunen despues de años de no verse y graban ese tema tan trascendental en la muscia cubana como es La Comparsa del gran Erneto Lecuona como como un aporte inmortal a la musica cubana y del mundo a cargo de Bebo Valdez y Chucho Valdez. Hasta las 6 de la mañana en Tarapoto como diria la Ñoño Band.
Quien fué Ernesto Lecuona:
Hijo del periodista Ernesto Lecuona Ramos, que era originario de las Islas Canarias y se había radicado en Cuba, por entonces provincia de La Corona de España, comenzó a estudiar piano bajo la tutela de su hermana Ernestina. Fue un niño prodigio. Dio su primer recital a los 5 años, y a los 13 realizó su primera composición, la marcha two step titulada Cuba y América para banda de concierto.
Estudió en el Peyrellade Conservatoire con Antonio Saavedra y el famoso Joaquín Nin. Se graduó en el Conservatorio Nacional de La Habana con una medalla de oro en interpretación cuando tenía 16 años. Fuera de Cuba empezó su carrera en el Aeolian Hall (Nueva York) y continuó sus estudios en Francia con Maurice Ravel. Introdujo la primera orquesta iberoamericana en los Estados Unidos: los Lecuona Cuban Boys.
Está considerado como uno de los músicos cubanos más destacados.
Junto a Gonzalo Roig y Rodrigo Prats, forma la trilogía más importante de compositores del teatro lírico cubano y en especial de la zarzuela. El aporte más importante de Lecuona al género teatral es la fórmula definitiva de la romanza cubana.
Entre sus obras destacan las zarzuelas Canto Siboney, que surge integrado en su obra La tierra de Venus; Damisela Encantadora, que está integrada en la zarzuela Lola Cruz, Diablos y Fantasías, El Amor del Guarachero, El Batey (1929), El Cafetal, El Calesero, El Maizal, La Flor del Sitio, Tierra de Venus (1927), María la O (1930) y Rosa la China (1932); las canciones Canto Carabalí, La Comparsa y Malagueña (1933), perteneciente a su suite Andalucía; sus obras para danza, Danza de los Ñáñigos y Danza Lucumí ; la ópera El Sombrero de Yarey (cuyo paradero se desconoce), la Rapsodia Negra para piano y orquesta, así como su Suite Española. Dio forma clásicamente definida a la zarzuela cubana en cuanto a género y estilo se refiere, que por sus logros dramáticos y musicales resulta muy próxima a la ópera. Algunas de las zarzuelas aquí mencionadas son las únicas producciones latinoamericanas que se han integrado en los repertorios en España. En 1942 su composición Siempre en mi corazón fue nominada para el Oscar como mejor canción, pero fue escogida White Christmas.
En 1938 actuó en la película argentina ¡Adiós, Buenos Aires! dirigida por Leopoldo Torres Ríos. En 1960, con el triunfo de la revolución comunista en Cuba, se trasladó a Tampa, Estados Unidos. La difusión de su obra musical se la dieron muchos músicos y directores de orquesta; tal es el caso del director Xavier Cugat, de origen español. Es preciso reconocer que al acopio y difusión de su obra dedicaron importantes esfuerzos su amigo y colaborador artístico Orlando Martínez, así como el también pianista y musicólogo cubano Odilio Urfé. Lo cierto es que la prensa y la crítica, tanto foránea como del patio, le fueron siempre favorables a Lecuona.
Tres años más tarde murió en Santa Cruz de Tenerife, en las islas Canarias, durante unas vacaciones para conocer la tierra natal de su padre. Sus restos descansan en el cementerio de Gate of Heaven, en Hawthorne, Nueva York.
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