Un cura peculiar
José María Junquera, sacerdote vicentino y profesor de música del colegio, fue quien tuvo la idea de armar un coro de “voces blancas” con los niños de tercero a quinto de primaria. Su aparición en el colegio resuena como un mito en el relato de sus ex dirigidos, cuando se les pone a la tarea de recordar. Hasta su entrada parece teñida de misterio, porque nadie sabía quién era ese profesor joven y de voz fina que apareció un buen día de 1965 por los salones, interrumpiendo las clases para ir de carpeta en carpeta, donde cada alumno, con una petición inusual.Ese fue el primer casting que recibieron. El segundo fue hacerles cantar el Himno Nacional, para escuchar su entonación. “Pasaba y nos escuchaba con atención, uno a uno, y mandaba sentarse al que no lo hacía bien. No sabíamos para qué era todo eso. En mi salón quedamos solo tres”, es lo que recuerda Tafur. La primera coral infantil, compuesta por quince niños, debutó dos semanas después de esa selección, en la actuación por el Día de la Madre. Seis meses después ya estaban en Lima, en los estudios de la empresa Iempsa, grabando los villancicos para el nuevo sello Decibel. Los arreglos orquestales corrieron por cuenta del famoso pianista argentino Horacio Icasto. “En mi recuerdo todo fue muy rápido. Ensayamos duro, tres veces al día. El padre nos enseñó perseverancia y disciplina, y creo que por eso sobresalimos”, dice.
Junquera, nacido en 1931 en Zamora, al noroeste de la Península Ibérica, era uno de los curas más jóvenes del colegio y su temperamento es descrito como de un “típico español”, que quiere decir, se imagina uno, de carácter fuerte. Podía ser paciente pero también muy estricto cuando iba tras la afinación exacta o la armonía esquiva. Otros lo describen como una suerte de Natalia Málaga, cuando los niños, naturalmente inquietos, lo sacaban de sus casillas. “Era una persona muy talentosa, con un oído privilegiado,y muy perfeccionista, sobre todo conmigo”, recuerda Luis Alberto Vergara, quien fuera la destacada primera voz del conjunto.
Vergara, un estudiante de bajos recursos del Manuel Pardo, fue escogido de inmediato por el cura por su voz dúctil y melodiosa. “En "Noche de Paz" hay una parte en la que hago la voz solista, al final, canto Dueeerme el niiiño Jesúuus. Es una nota muy alta y la tuve que hacer varias veces, porque no salía. Cuando por fin quedó perfecta, me había quedado sin aire así que respire fuerte y malogré la toma. El padre se volvió loco”, cuenta entre risas Vergara.
Él, como Tafur, Málaga y los demás ex miembros no saben qué fue de Junquera. Como los demás, recuerda que en 1969 se fue a España y esa fue la última vez que supieron de él. La coral intentó sobrevivir sin su empuje unos años pero ya no fue lo mismo.
“Nuestro sueño es encontrar alguna vez al padre Junquera y agradecerle todo lo que hizo por nosotros”, confiesa Tafur, quien ha abierto un blog este año para ponerse en contacto con los 40 y tantos chicos que pasaron por el grupo en esos tres años. “Para nosotros fue una figura paterna que nos acompañaba siempre en los viajes, nos enseñó la disciplina, nos hizo amar la música, pensábamos que era un genio pero no supimos decírselo, porque éramos unos niños, y ahora no sabemos dónde está para decirle todas estas cosas”.
En busca del Padre
La misión de ubicar a Junquera parecía imposible. En Internet no había rastro de él, salvo algunas menciones, a manera de recuerdo de lo que fue su paso por Chiclayo. En el Manuel Pardo, el septuagenario padre Enrique Mangana, autor de la letra del villancico "Ronda de navidad" y de varios más, tenía el recuerdo que Junquera viajó a España porque uno de sus familiares se puso mal y de ahí no regresó. La actriz Regina Alcóver, quien fuera su amiga y a la que este casó con Joe Danova en los sesenta, tampoco sabía. “El padre era una persona excepcional, un cura que se salía de los esquemas. Me contaron que habría dejado el sacerdocio para dedicarse por completo a la música, en España, pero es solo un rumor”.
La pista más reciente de su paradero la tenía el sacerdote Antonio Elduayen, que fuera el director del colegio en los años de la coral infantil y actualmente da misa en la iglesia de la Virgen de la Medalla Milagrosa, en Miraflores. “Era un tipo muy dinámico. Muy sociable. La última vez que lo vi fue en Barcelona, en 1985, y seguía siendo sacerdote. Conversamos un poco y me preguntó sobre Perú. De ahí no supe de él”. Tres días después, buscamos a Elduayen en Miraflores y tenía más pistas para compartir: Junquera había dejado por voluntad la orden vicentina en 1986, para retirarse del sacerdocio, y andaba casado ya varios años, llevando una vida pegada al cristianismo. “No solo está vivo, sino que acabo de hablar con él por teléfono. ¿Quieres llamarlo?”.
La voz temblorosa de Junquera, del otro lado de la línea, denotaba esa profunda emoción que dejan las llamadas cuando están cargadas de recuerdos, en este caso de más de cuatro décadas. Cuenta que se regresó a España porque sus padres enfermaron y allá siguió muy vinculado a la formación musical. Aún ahora, a sus 77 años, su trabajo consiste en viajar por once pequeños pueblos, asesorando coros parroquiales. “Es que hay algunos sacerdotes que en música andan regularcillos”, se explica. Tiene 32 años de casado con una maestra de teología, que también sabe de música, y con la que ha hecho su vida. Y se emociona a mares cuando le cuenten que sus ex pupilos peruanos no han parado de extrañarlo.
“La coral de Chiclayo fue formada como jugando. Nadie creía que iba a tener el éxito que tuvo. A la hora del recreo, llamaba a los niños y trabajaba en formarles la voz, hasta que vino un gerente del sello Decibel y me dijo "Oye, pero porqué no grabamos esto". Y aunque le dije que eran villancicos muy sencillos, me dijo que no importaba. Entonces fuimos a Lima, con mucho sacrificio. Grabar el disco fue una cosa sencilla, no tuvo ningún fin económico. Quizá obramos mal porque no se firmó un contrato ni nada y sé que no se cumplió con pagar todas las regalías. Siempre decían “más adelante, más adelante”. Tras la quiebra de Decibel, el catalogo pasó a formar parte de Iempsa, que luego fue comprada por Apdayc, que actualmente tiene los derechos de las canciones.Junquera se alegra que las melodías que grabó sigan sonando después de tanto tiempo y su voz fina se quiebra por momentos, cuando se le lee la lista de chicos que participaron en la grabación. “Me acuerdo de todos. Recuerdo mucho a Luis Alberto Vergara, el chico que hacía la primera voz, uno morenito. Cuando salía y cantaba solo, era muy querido porque tenía una voz muy bonita”. En este punto de la conversación la llamada se pierde y no hay forma de retomar la comunicación. Pasados diez minutos, el celular suena. Es una llamada desde España. Junquera ha llamado de vuelta. “Hola, sí, se cortó. Es solo para que le digas a los niños que yo también los recuerdo mucho
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