Mi Perú, Edith Barr, Felices Fiestas Patrias 2020, Saludo

Un fuerte abrazo de hermandad para los peruanos en esta nuestra fecha y en especial para quienes no tienen la suerte en este momento de estar en nuestra tierra por la razón que sea. Felicidades hermanos peruanos y estoy seguro que cada uno de ustedes puede decir cada día que sale a trabajar, eatudiar o a pasear: Tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz, como lo dijo el Chato Edurado Raygada en su hermoso Vals: Mi Perú.
Aquí quizás la mejor interpretación de este tema por Edith Barr.
Aqui el AUDIO:


BIOGRAFIA DE MANUEL "CHATO" RAYGADA
Manuel Raygada Ballesteros —más conocido como Chato Raygada— nació en la calle Constitución del puerto del Callao, el 8 de marzo de 1904, y a los 14 años de edad —cosa inaudita— ya dominaba la guitarra que su padre le regaló al advertir sus condiciones artísticas. Y en esa suerte, a los 19 años formó parte del elenco estable de Radio Nacional y creó un trío con Ricardo Smith y Pascual Villalba. Pero, inquieto como era, se empleó en la Compañía Peruana de Vapores para navegar los siete mares.
Cuando regresó, en 1929, volvió a buscar a Smith y Villalba para reanudar el trío. Ese mismo año, los tres zarparon del Callao en calidad de pavos, a bordo del Mantaro, coincidiendo con la delegación oficial peruana a la entrega de Tacna por representantes del Gobierno de Chile. Fueron descubiertos cerca de Mollendo, pero el capitán de la nave no los desembarcó porque pensó que era mejor que se quedaran para que canten día y noche y, así, rompieran la monotonía del viaje.
Ya en territorio chileno, el trío se desintegró, y Raygada, luego de cumplir algunas presentaciones en Iquique, viajó a Santiago. En la capital de Chile, impulsado por la añoranza, compuso Nostalgia chalaca y Mi Perú, sus canciones más celebradas. Regresó al Callao en 1955, acompañado por su esposa y sus cinco hijos. Fue en esa coyuntura que lo visité en su casa del puerto. El compositor vivía entonces en una finca que había pertenecido a sus padres.
Cuánto me gustaría recordar sus palabras, anécdotas y tantas cosas que me confesó aquella tarde. La revista que publicó el reportaje, lamentablemente, ya no existe. Pero tengo tan viva su imagen en la memoria, que intentaré hacer un retrato del compositor que en esa hora rayaba en los 50 años de edad: bajo de estatura, de tez blanca, ojos pequeños y vivaces, con algunos hilos de plata en las sienes, extrovertido, amiguero. Había estado 20 años ausente del país y no había perdido el dejo del criollo porteño ni su entrañable apego por todo lo chalaco.
Aquella tarde abordamos el tranvía como en sus viejos tiempos y recorrimos la avenida Sáenz Peña, donde recordó algunas casonas y familias de su infancia. Llegó, así, hasta el cementerio de Baquíjano para colocar un ramo de flores en la tumba de su señora madre, mientras el fotógrafo Víctor Macaya registraba cada uno de esos momentos. ¿Qué habrá pasado con esas tomas? Existen muy pocas imágenes del Chato Raygada, y esas vistas se hicieron extrañar en la exposición que alistó hace algunos años, con tanto esfuerzo y ahínco, mi buen amigo Hermilio Vega, exjefe del INC del Callao.
Finalmente, nos llevó al hoy centenario bar Rovira, donde, rodeado de algunos de sus amigos de su juventud, apuramos —si mal no recuerdo— un Perú libre, copetín entonces de moda.
Una semana después me reuní nuevamente con él. En nuestro primer encuentro me había contado que acababa de componer un valse que marcaba su reencuentro con el país, y como yo por entonces representaba al trío Los Chamas, quedó en enseñarles esa canción —Mi retorno— que el trío, antes del mes, estrenó en Radio América con resonante éxito.
Al año siguiente, en reconocimiento a su genio musical y entrañable afecto por su tierra natal, la municipalidad del puerto lo nombró administrador del Mercado Central del Callao. Desde entonces y hasta su muerte, acaecida el 5 de abril de 1971, se afincó en La Perla.
El Chato Raygada fue un compositor extraordinario, como lo demuestran Nostalgia chalaca, himno popular del puerto; Mi Perú, cantado por varias generaciones; Acuarela criolla y Mi retorno, entre otras canciones que el pueblo cantó, silbó o tarareó durante más de 50 años. Pero lo más destacable fue su peruanismo, al punto que cuando el recuerdo de la patria más apretó en su corazón, creó esas canciones que perduran como pocas en el canto popular.
“Era bajo de estatura, de tez blanca, ojos vivaces, con algunos hilos de plata en las sienes.”





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